La religión de estos pueblos demostraron un gran entretejido entre las creencias de los antiguos indios Pampas y los venidos posteriormente, los Mapuches de Chile. A ellos deben sumársele el aporte del cristianismo y del natural contacto con el hombre blanco.
Creían en un alto dios, comúnmente llamado Nguenechén dueño de la gente, pero también se lo denominó Chao, Toquichén, Guemapún o Fuchawentrú. Era el Dios creador del Cielo y de la Tierra, el dios que da fecundidad a los hombres y a los animales, el que hacía crecer las plantas, el que observaba los actos de los hombres mostrándoles el camino recto. Cuando no se respetaba la voluntad de este dios, sobrevenían los demonios o gualichos, señores de todo lo nefasto trasformados en pestes o enfermedades.
Tenían una especie de sacerdote o sacerdotisa, intermediario entre dios y los hombres, llamado machis quien también ejercían el arte de curar, podía desencadenar catástrofes y maldades a terceros , y adivinar el futuro.
Una vez al año los Araucanos celebraban el nguillatún, fiesta religiosa colectiva.
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